Lunes, 02 Diciembre 2013 19:43

Cuando el Radar Chino Titila

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Es improbable ahora que alguien pueda sentirse al margen de las decisiones que China tome. Si ese país decide comprar (o vender) bonos del Tesoro de EE UU, afecta al tasa de interés internacional, consecuencias que eximen de comentario; si decide que su crecimiento sea impulsado por el consumo interno (en lugar de sus exportaciones y/o la inversión), sacude el balance comercial de toda América del Sur.

Lo que China decida a nivel multilateral tiene consecuencias globales, y ahora lo que China decida a nivel doméstico puede impactar directamente sobre nuestros bolsillos. Mantenerse ajeno a estos procesos es casi imposible; intentar negarlos, un gran error.

Entre enero y junio de este año el PBI chino creció un 7,6%, la menor tasa semestral en tres años, pero el gobierno tiene una precisa meta del 7,5% explicitada y confirmada en múltiples declaraciones políticas. China está creciendo menos, efectivamente, pero no sólo está cumpliendo con su programa de desarrollo macroeconómico planeado, sino que hasta le está costando no superar aquella pauta: en el tercer trimestre China creció un 7,8 por ciento.

Ahora bien, los criterios que constituyen la política mayor que abarca toda esta performance económica, tiene a China como gran protagonista global, destacándose la manera en que acentúa su presencia a través de la profundización de acuerdos ya firmados, o bien abriendo nuevos caminos con alianzas estratégicas que marcan el pulso de las relaciones de China con otras regiones para los próximos años. En este sentido, sus relaciones con África, sus vecinos de la ASEAN y Latinoamérica constituyen buenos ejemplos.

China y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) acordaron el 29 de agosto consolidar y profundizar su asociación estratégica. China dijo que continuará abonando ese acuerdo y estimulando la integración de la agrupación, y que le agradará ver que la ASEAN desempeñe un papel líder en la cooperación regional. También destacó que la región debe primordialmente atender las cuestiones del mejoramiento del nivel de vida de la gente y el desarrollo.

China desde 2009 es el principal socio comercial de África. El comercio se expandió rápidamente en los dos años siguientes, y en 2012 constituyó un récord: alcanzó los U$S 198.490 millones en total. La inversión directa de China en ese continente creció, pasando de U$S 1440 millones en 2009 a U$S 2520 millones en 2012 (tasa anual del 20,5 por ciento). Por el momento, más de 2000 empresas chinas están invirtiendo en África, donde las actividades de los inversores chinos se han extendido desde los campos de agricultura, minería y construcción, al procesamiento intensivo de productos de recursos naturales, manufactura, financiación, logística y bienes raíces. Hasta finales de 2012, China había firmado tratados bilaterales de inversión con 32 países africanos.

Con Latinoamérica la relación continúa profundizándose. Además de las relaciones estratégicas que a nivel bilateral China ha firmado con varias economías (Argentina, Brasil, México, etc.), un grupo de expertos aprobó en julio el Entendimiento de Beijing, sobre el desarrollo de las relaciones bilaterales, los desafíos comunes y las nuevas soluciones para los problemas actuales. La presencia comercial china es impactante: esta gigantesca aspiradora de insumos energéticos y agroalimenticios continuará sosteniendo bien arriba el nivel de precios de muchos productos que forman parte de nuestra canasta clásica de exportaciones.

¿Aquel menor crecimiento de China nos afectará sobremanera? No es tan seguro. Con respecto del crudo –al igual que con el gas, carbón y níquel–, a pesar del menor consumo total de petróleo en China, creemos que se mantendrá aguas abajo ("downstream"), porque la madurez de los principales yacimientos de petróleo de China, eventualmente limitarán los aumentos de la producción. Se espera que haya necesidad de importar petróleo crudo, que aumentará a la par de las necesidades de refinación. En el medio, los esfuerzos de China para llenar sus reservas estratégicas de petróleo, de unos 309,9 millones de barriles a aproximadamente 500 millones dentro de la década. Pero eso es otra historia.

Por el lado de los granos, el cambio hacia una dieta más rica en proteínas aumentará la producción de ganado y por lo tanto la demanda de granos forrajeros y de harinas proteicas. Pero además, la reducción de la calidad y la cantidad de tierra y agua disponible para la agricultura inexorablemente llevará a una desaceleración en el crecimiento de la productividad granaria. La moderna, eficiente pero todavía subutilizada capacidad de molienda (crushing) probablemente también impulse las importaciones de soja, mientras decaerían las importaciones de su aceite y harinas. Se estima que China podría comprar hasta un 67% de las ventas de soja totales mundiales para el período 2016-17, comparado con el 63% actual. Ahí es cuando nuestro nombre titila en la pantalla de su radar.

 

 

(*) Master en Relaciones Internacionales (Flacso) y Lic. en Economía (UBA). Profesor-investigador regular de Economía en la Fac. de Cs. Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Actualmente dirige el Proyecto “Comercio de Argentina con la República Popular China. Evaluación y consideraciones acerca del impacto económico de las medidas tomadas ante la evidencia de comercio desleal”, y es Director de Asia & Argentina.

 

RELEVAMIENTO Y EIDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: marcotradenews

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