En los últimos días el presidente Obama recibió a diferentes líderes del mundo árabe. El objetivo de la reunión fue renovar el compromiso norteamericano para con la defensa de sus aliados en el golfo.
Al basar su defensa en tecnología norteamericana, los Estados árabes dependerán de la superpotencia, siéndole difícil el cambio de los sistemas de armamento en el corto o mediano plazo.
En un contexto marcado por los avances iraníes en materia nuclear y el apoyo a los rebeldes chiitas en Yemen y a Al Assad en Siria, los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) objetaron su situación en materia defensiva en la región y la relación que este organismo internacional tiene con Estados Unidos. Esta preocupación se vio agravada ante el futuro levantamiento de sanciones a Teherán, que liberaría a Irán de sus ataduras para avanzar en sus injerencias en la región, como así también su capacidad económica de adquirir nuevos y más precisos vectores militares.
De frente a esta situación, el presidente Obama organizó una cumbre en la Casa Blanca y en Camp David para tranquilizar a sus socios y proponerles diferentes alternativas para resolver sus inquietudes.
De las promesas de un mayor compromiso estadounidense en la defensa de la región, los líderes del golfo consiguieron la firma de un convenio conjunto para la construcción de un sistema de defensa regional. Si bien lo que buscaban los países árabes era un firme compromiso por parte de Estados Unidos, y luego de la OTAN, de intervenir en la región, se optó, frente al rechazo de Obama de esta disposición, por la construcción de un escudo antimisiles, un sistema de alerta temprana, el entrenamiento de personal y asistencia técnica.
Por otro lado, se elaboró una declaración conjunta en la que, en caso de agresión, Estados Unidos se iba a encontrar preparada para trabajar con las naciones árabes para determinar de manera urgente qué acciones serían apropiadas, utilizando los medios de disposición colectiva, incluyendo la fuerza militar. Esta nueva declaración, además, promete nuevas formas de cooperación en materia antiterrorista, seguridad marítima, seguridad cibernética y defensa contra misiles balísticos, entre otros puntos.
También durante el mes de abril y frente a los avances de las negociaciones estadounidenses con los países del golfo, la Federación Rusa levantó el embargo de venta de armas a Irán, particularmente de los sistemas antiaéreos S-300
A través de este nuevo acuerdo y aprovechando que los costos correrán por cuenta de los países del golfo, Estados Unidos buscará crear un sistema regional de defensa antimisiles y reforzar así su liderazgo técnico-militar. También, al basar su defensa en tecnología norteamericana, los Estados árabes dependerán de la superpotencia, siéndole difícil el cambio de los sistemas de armamento en el corto o mediano plazo.
También durante el mes de abril y frente a los avances de las negociaciones estadounidenses con los países del golfo, la Federación Rusa levantó el embargo de venta de armas a Irán, particularmente de los sistemas antiaéreos S-300, aquellos que Rusia proveyó a Siria en 2013 cuando parecía inminente una intervención occidental. Estos misiles limitarían de forma importante cualquier intento de bombardeo aéreo sobre el territorio iraní.
A pesar de estos avances en las promesas estadounidense, la mayor frustración de los países árabes, aparte de la posibilidad real de un pacto con Irán, es la renuencia norteamericana a firmar un tratado formal que enmarque la alianza y les garantice la defensa de la región.
(*) Estudiante avanzado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UNR