El drama humanitario de los naufragios en el mar Meditarráneo es una de las caras más crueles de la problemática de los migrantes y refugiados que procuran llegar a Europa desde Medio Oriente y África. Estos flujos migratorios están impulsados por diversas, múltiples y complejas causas, muchas veces interrelacionadas entre sí, que abarcan desde cuestiones políticas y socio-culturales, conflictos y guerras y catástrofes naturales hasta circunstancias económicas vinculadas a la búsqueda de mejores niveles de vida. Así, la división entre los países de mayor desarrollo relativo y los subdesarrollados continúa siendo una línea de fractura entre el norte y el sur del mundo.
En los últimos tiempos, la llamada “crisis migratoria” en la Unión Europea ha generado diversas respuestas desde los gobiernos nacionales, muchas vinculadas con el endurecimiento de las políticas migratorias y el reforzamiento de la seguridad de las fronteras, y otras que apelan a la cooperación internacional al desarrollo. Entre estas últimas se encuentra el bautizado “Plan Merkel para África”, llamado así por los propios africanos en remembranza de lo que fue el “Plan Marshall” de reconstrucción para Europa lanzado por Estados Unidos -el primer programa de cooperación al desarrollo de la historia-.
En la conferencia “Asociación G20-África, invirtiendo en un futuro común”, organizado el pasado 12 de junio en Berlín en el marco de las actividades preparatorias de la reunión del G20 que se realizará en Alemania en julio, la canciller alemana esbozó los lineamientos de una política al desarrollo con África que tiene como objetivo último reducir la cantidad de inmigrantes africanos en la Unión Europea.
Ante funcionarios europeos, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Unión Africana y frente a los mandatarios de Egipto, Costa de Marfil, Ghana, Mali, Níger, Ruanda, Senegal y Túnez y Guinea Conakry, Angela Merkel sacó a relucir nuevamente la concepción según la cual la ayuda al desarrollo africano redundará en última instancia en beneficios para Europa:
“Si la desesperanza es muy alta en África, entonces es evidente que habrá siempre jóvenes dispuestos a buscar una nueva vida en cualquier otro lugar del mundo. Si trabajamos juntos para ayudar a sus países, estaremos también creando más seguridad para nosotros mismos y al mismo tiempo estaremos frenando a los que se aprovechan ilegalmente del destino de otros” (citado en Carballo, 2017)
Durante el encuentro, la canciller abogó para que los países del G-20 incrementen sus inversiones en África para promover el empleo y la infraestructura y de este modo contribuir al desarrollo del continente, generando las condiciones necesarias para que las personas no tengan que dejar sus tierras natales en búsqueda de mejores oportunidades.
Así, el gobierno alemán se comprometió a brindar “ayuda financiera” a los países africanos, siempre y cuando estos se comprometan con los principios y valores defendidos por Europa, tal como señaló el ministro de Desarrollo alemán, Gerd Müller: "Nosotros decimos que quien haga frente a la corrupción y abogue por la transparencia y la defensa de los derechos humanos puede acompañarnos (...) y nosotros vamos a apoyarlos" (citado en Centro Alemán de Información para Latinoamérica y España, 2017).
Junto a la promoción de los valores occidentales vinculados a la democracia y el estado de derecho, también hay que considerar que en esta estrategia subyace un cálculo económico que indica que es más barato brindar ayuda al desarrollo que recibir a un migrante. De acuerdo con el Ministerio de Desarrollo alemán “atender a un migrante o un refugiado en Europa es hasta 130 veces más caro que hacerlo en su país de origen” (Carballo, 2017).
De este modo, el “Plan Merkel para África” deja al descubierto el vínculo existente desde hace décadas entre migración y ayuda al desarrollo y nos reintroduce en el debate sobre la existencia de intereses concretos detrás de las buenas intenciones de la cooperación internacional: ¿Qué tipo de ayuda al desarrollo se ofrece? ¿Son las estrategias planteadas diseñadas en base a las necesidades expresadas por los países beneficiarios o responden a los intereses de los oferentes? ¿Las condicionalidades siguen guiando los vínculos de cooperación al desarrollo?
La estrategia planteada por el gobierno alemán una vez más parece estar direccionada hacia el sector financiero, a la oferta de préstamos a baja tasa y a la condonación de deuda. Esto se encuentra en línea con lo acontecido en el período 2000-2015 con la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). En este período África fue la región que más fondos recibió, pero la mayoría de los mismos estuvieron focalizados en temas de gobernanza y cohesión social y menos del 10% en sectores productivos (OCDE, 2015).
Por otra parte, en el “Plan Merkel para África”, nuevamente se anteponen los intereses europeos a los africanos, en particular si consideramos que la problemática de la migración es considerada desde la óptica de la crisis migratoria de la Unión Europea y que la AOD es ofrecida para mitigar el flujo de personas provenientes de África que afectan a los países europeos. Queda así claro que la intención es resolver un problema del norte antes que propiciar políticas de desarrollo endógeno que favorezcan a los ciudadanos africanos.
A pesar de los principios surgidos de la Declaración de Paris (2005) sobre apropiación y alineamiento de la cooperación, las condicionalidades y la verticalidad se cristalizan. Así como en los años noventa la AOD era brindada con condicionalidades referidas principalmente a la aplicación de políticas neoliberales, en el siglo XXI observamos como la condicionalidad está dada por demandas de transparencia, lucha contra la corrupción y defensa de los derechos humanos.
A finales del siglo XX, cuando las grandes transferencias de recursos hacia el mundo en desarrollo demostraron no haber alcanzado progresos significativos la “fatiga” imprimió el régimen de cooperación internacional al desarrollo. Hoy, la sombra del cansancio de la ayuda se cierne sobre los actuales esfuerzos por lograr una renovación del régimen de cooperación, motivo por el cuallos actores deberán reconsiderar sus pasos si no quieren volver a caer en la trampa de las recetas fallidas alguna vez ya aplicadas.
(*) Doctora en Relaciones Internacionales
Referencias
Carballo, Luis, 2017, “EL ‘Plan Merkel’ para la cooperación con África”, Euronews, 12 de junio. Disponible en:http://es.euronews.com/2017/06/12/el-plan-merkel-para-la-cooperacion-africa-europa
Centro Alemán de Información para Latinoamérica y España, 2017, “A un mes de la cumbre del grupo de los veinte países industrializados y emergentes (G20) el 7 y 8 de julio en Hamburgo, la canciller alemana, Angela Merkel, llamó a la comunidad internacional a invertir más en África”, México, junio. Disponible en: http://m.alemaniaparati.diplo.de/Vertretung/mexiko-dz/es/03-PoliticaExterior/OrganizacionesInternacionales/dpaAyudaAfrica.html
Stäcker , Claus, 2017, “¿Tiene futuro el “Plan Merkel” para África?”, DW, 13 de junio. Disponible en: http://www.dw.com/es/opini%C3%B3n-tiene-futuro-el-plan-merkel-para-%C3%A1frica/a-39242465