A poco menos de cuarenta y cinco días de las elecciones generales, los tres espacios políticos que compiten por el premio mayor de la presidencia, enfrentan situaciones disímiles, nada novedosas y que, en definitiva, no reflejan la paridad que supone el escenario de tercios que mostró el conteo de votos del 13 de agosto. De cara a recuperar terreno, dos de ellos tomaron una serie de decisiones que no dejaron de llamar la atención en el contexto de la campaña electoral. Un poco por necesidad y otro poco por la elemental dinámica de los tiempos que corren, nadie desea perder ningún resquicio de centralidad política. Semana de decisiones que no pasaron desapercibidas para la matrix de la política. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.
En La Libertad Avanza algún tipo de certidumbre parece consolidada. El espacio convive con una serie de tensiones (por lo menos dos) que ya son por demás de ostensibles, pero que nadie sabe a ciencia cierta si afectan la performance electoral de Javier Milei. La más evidente de ellas refiere a las diferencias suscitadas en el seno de los equipos cercanos al líder, respecto de cómo encarar la prometida dolarización. Existen, por lo menos, dos opciones: los que sostienen que es inviable en el corto plazo del 10 de diciembre ya que no están los dólares y por lo tanto, como primer paso debería estabilizarse la economía. Y por otro lado, el propio candidato afirma, sin dar demasiados detalles, que la misma se impondría de manera inmediata con el dólar a precio de mercado, esto es $730. Las dudas pueden ser menores para el gran electorado, pero habla per se de una discusión que no está saldada en el seno libertario y que, va de suyo, se resolvería a partir de la llegada al poder y con una toma de decisión que no sería inocua.
Milei oscila entre el intento (y esfuerzo personal) de mostrarse moderado para incrementar su base de sustentación, y la necesidad de no perder cierta originalidad que le permitió cautivar a distintos sectores del electorado. La pregunta por estas horas deviene en descubrir si resulta un liberal desbocado o un neo fascista en ciernes.
Si tenemos en cuenta que el surgimiento del fascismo poco tenga que ver con la irrupción del libertarismo argentino, sí debe señalarse que la descalificación sistemática y violenta sobre aquellos que no tienen la misma cosmovisión mundana (me refiero a algo mucho más profundo que la utilización del concepto de casta), y teniendo el ejemplo de definición de excremento humano a los socialistas, o de “mogólico” al economista Roberto Cachanovsky, requiere de una revisión profunda y actualizada de ciertas categorías analíticas.
El liberalismo no está exento de una alta dosis de humanismo que tenga empatía con el “diferente”. Radica en Milei una violencia innata, la cual se entiende al revisar la historia familiar a partir de sus propias declaraciones y que lejos está de reivindicar el concepto de la “igualdad de oportunidades” que supieran legarnos intelectuales de la talla de John Rawls.
https://twitter.com/VickyVillarruel/status/1698853197517824413
La semana que pasó mostró, en parte, algunas diferencias. Su compañera de fórmula Victoria Villarruel participó, por enésima vez, de un acto que se realiza anualmente, donde se le rinde homenaje a las víctimas de los actos terroristas de la década del 70’. El acto, con la gravosa novedad de desarrollarse en la legislatura porteña, y como se suponía de antemano, terminó derivando en una reivindicación de la dictadura genocida y en un negacionismo flagrante.
Un liberal convencido, jamás habría tolerado la ponderación del Estado absoluto que proponían Jorge Videla y sus secuaces. Milei adolece de una crítica al respecto. No habla de la Justicia como institución, de su importancia para la realización de la vida del ser humano. Todo se circunscribe al desarrollo del Dios mercado, su imposición a cualquier precio, y quedando expuesto a la lógica de que todo es pasible de monetización. Deja ese flanco libre y desdibujado para que lo termine ocupando una negacionista que sí tiene en claro ciertos actos y sus consecuencias.
Pero si hablamos de roles desdibujados, allí está el caso de Patricia Bullrich decidiendo el cambio de formato de campaña en el transcurso del año electoral. La ex ministra de Seguridad sigue pagando un alto costo a su decisión primaria de haber elegido un perfil de “dura” para diferenciarse en la interna partidaria y de cara a la sociedad. La irrupción de Milei la sigue condicionando en su posicionamiento post PASO y ya no son pocas las voces de encuestadores que no resultan necesariamente opositoras a su figura, que señalan que no logra retener la totalidad del voto larretista.
Lo anterior se debe a una gran carencia y, articulado con esto último, un gran contrapeso. Para la primera digamos que Bullrich no ha logrado convertirse hasta ahora en una lideresa, como así tampoco en una dirigente con vuelo propio. Algo de esto ha tratado de comenzar a revertir con una serie de declaraciones que empiezan a dejar de lado al propio Mauricio Macri que es, en definitiva, el condicionante para cierto desarrollo político.
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Lo del hijo de Franco no es una novedad en sí misma. Ha prevalecido en la centralidad del espacio que supo construir a base del desgaste de aquellas figuras que podían eclipsarlo: le sucedió a María Eugenia Vidal durante su gobernación en la provincia de Buenos Aires, a Horacio Rodríguez Larreta en el desarrollo de la interna y le pasa ahora a Bullrich al observar cierto coqueteo político entre el ex presidente y el ganador de las PASO.
El silencio de las últimas semanas del ex presidente y su ausencia a partir de sus viajes al exterior producto de su rol en la Fundación FIFA, han alimentado una serie de suspicacias que se intentan desactivar con el anuncio de que a partir de la semana próxima, una vez en la Argentina, Macri tendrá un rol mucho más activo en la reivindicación de su ex funcionaria. Ver para creer.
En ese devenir, la candidata no se priva de cometer algunos errores que parecieran mostrarla en un estado de desesperación recurrente. En esos términos fueron entendidas sus declaraciones en la provincia de Córdoba donde pidió por el renunciamiento de Juan Schiaretti a la candidatura presidencial. Ni lerdo ni perezoso, el actual gobernador, quien no le perdona a Bullrich su bloqueo al ingreso a Juntos por el Cambio salió a afirmar que esas ideas “son disparates antidemocráticos”.
En el mientras tanto, la ex ministra de Trabajo de Fernando De la Rúa, se prepara para recibir la hipotética buena noticia de un triunfo electoral en Santa Fe de parte de Maximiliano Pullaro, que le permitiría ganar en la centralidad de los diarios del lunes y en los portales de noticias. Cuando uno está en el medio del naufragio, cualquier tabla de donde asirse, viene bien. No me pida más querido lector, estimada lectora: esto se escribe en la tarde del sábado y estamos en veda.
En el oficialismo, portador del tercer tercio de los votos, también aparecieron una serie de decisiones. En lo que ya es una característica definitiva del candidato del espacio, cada vez cuenta con una mayor centralidad política a partir de su doble rol de funcionario y candidato.
En el primero de ellos, con una corrida cambiaria frenada, con el dólar en retroceso y con la señal inequívoca de que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional sirvió para lo imaginado inicialmente, Sergio Massa anunció la presentación de un proyecto que eliminaría el impuesto a las ganancias a trabajadores. La medida, no favorece a las grandes mayorías pero se fundamenta en una problemática a la cual siempre le prestó atención el tigrense y que sirve como una señal de lo que podría venir en su gestión. Como al pasar, también anunció la eliminación de una serie de impuestos para las PYMES que tomen nuevos trabajadores por los próximos dos años.
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Para los días que vienen tiene el lastre de lo que será el número de inflación del mes de agosto y que, nadie parece afirmar lo contrario (incluido el propio ministro), vendrá de la mano de dos dígitos, el mayor número en los últimos veinticinco años. Que Massa hoy sea competitivo se debe a su innegable laboriosidad, su agudeza política y al tren fantasma contra los cuales compite.
En este último sentido, la campaña oficialista, en esta etapa, parece estar empeñada en explicar la impracticabilidad de las propuestas libertarias antes que en el ataque a la figura de Javier Milei, tratando de ganar protagonismo en temas como el impuesto a las ganancias y en la propuesta en materia educativa que se dará a conocer el día lunes.
A todo ello se suma el relanzamiento de la campaña en la provincia de Tucumán con la presencia del conjunto de gobernadores y dirigentes. En las reuniones del viernes, el mensaje fue claro: “militen ya que vienen por sus provincias”. A buen entendedor, pocas palabras. Algo de esto habíamos esbozado en la columna anterior cuando planteábamos cierta falta de visibilidad de no pocos protagonistas que habían “exigido” su candidatura.
“Decisiones, alguien pierde, alguien gana” cantaba hace unas cuantas décadas atrás Blades y el estribillo cobra una enorme vigencia para una elección que, más allá de ciertos desánimos, parece ir levantando vuelo. Damas y caballeros, hagan sus apuestas (Y decidan)…
(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez