Domingo, 25 Agosto 2024 11:07

Días de furia Destacado

Valora este artículo
(3 votos)

No lo soñé,
ibas corriendo la deriva.
No lo soñé,
los ojos ciegos bien abiertos,
no mires por favor,
y no prendas la luz,
la imagen te desfiguró…

“Jijiji” - Patricio Rey y los Redonditos de Ricota

La oralidad y la gestualidad presidencial exhibidas en la tardecita rosarina del día viernes, en el marco del 140º aniversario de la fundación de la Bolsa de Comercio de Rosario, actuaron como reflejo de lo que fue, en términos institucionales, la peor semana libertaria desde el 10 de diciembre de 2023. Si bien los vaivenes políticos, actuaban como limitantes que determinaron que la Ley Bases fuera el único proyecto oficialista aprobado en los primeros seis meses de gestión, el libertarismo nunca había sufrido una serie de derrotas tan contundentes y en tan poco tiempo en el plano legislativo. Inexperiencia, una sobreactuación fungiendo con más fortaleza de la que verdaderamente se tiene y una interna cada vez más violenta, le dieron marco a una tríada de derrotas impensadas hasta hace pocas semanas atrás. Pasen y vean. Recorrido de días de furia libertaria que prometen continuar. Sean todos y todas bienvenidas.

Lo primero que debe señalarse es que por más sorpresivas que nos parezcan, ninguna de las tres derrotas son reflejo de un arrebato opositor. Cada una de ellas tiene un anclaje en un pasado reciente y se fueron cimentando al calor de un clima social que todos los días empeora un poco más y de la mano de un presidente que cree que “hacer política” es mala palabra y que el reino de las redes es el más perfecto ágora de este atribulado siglo XXI que habitamos.

De alguna manera, ese pasado reciente condena al libertarismo quien ha imaginado que la síntesis de manejo de chequera como forma de disciplinamiento, atomización partidaria opositora (con su consecuente falta de liderazgo) y un estilo presidencial dominante (en la imagen hacia afuera), eran factores que de manera permanente le jugarían a su favor.

Pero hay un detalle. Buena parte de los problemas de los otros, también le son propios. A veces con “la plata” no alcanza, la venta de candidaturas libertarias del 2023 condiciona cierto desarrollo político armónico y si el liderazgo se ejerce delegando la construcción en terceros, que no son votados y que en algún caso tampoco aceptan contar con firmas que le imponga responsabilidades, va de suyo que los problemas comenzarán más temprano que tarde.

En el caso de la designación de un opositor como Martín Losteau al frente de la Comisión Bicameral de Inteligencia, demuestra lo que venimos diciendo líneas más arriba: el acuerdo con el PRO para la designación del senador Martín Goerling, ya estaba planteado desde comienzos de año. Cierta testarudez, el imaginar escenarios no volátiles en la política argentina (ja!, qué ilusos) y la discusión por los nombres propios entre la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el asesor Santiago Caputo, hombre que, según el presidente Javier Milei cuenta con un coeficiente intelectual por encima de la media, pero que en este caso no se aplicó en su epidermis política, fueron construyendo un camino que supo tomar la oposición encarnada en parte del radicalismo y del peronismo.

A su manera, y en vinculación con el DNU que habilitó los $100.000.000.000 (perdón por abusar de los ceros querido lector, estimada lectora), el oficialismo quiso comerse el chancho antes de cazarlo. En la relación del tema comisión bicameral - DNU 656/2024, hay un error de tiempos: el Poder Ejecutivo Nacional habilitó un gasto vía una medida normativa que queda sujeta a revisión del Congreso, sobre el cual no sólo que no tiene mayoría sino que sólo cuenta con el 15% del total de legisladores, sin contar siquiera, con el manejo de la comisión que ejerce el control sobre esos gastos. Una especie de pequeña tormenta perfecta veraniega de nuestras infancias, cuando no existía la sofisticación actual en la pronosticación del tiempo y que nos sorprendía sin resguardo.

Vale la pregunta si fue inexperiencia política o presumir de una fortaleza que no se tiene. Tal vez la respuesta venga de la mano que ambas situaciones no resultan excluyentes una de la otra, asomando como una cuestión más estructural algo que venimos planteando desde hace meses en los micrófonos de AM1330 y en las páginas de Fundamentar: los acuerdos parlamentarios son meramente coyunturales y se aplican tema por tema, momento a momento y de acuerdo a mayorías siempre circunstanciales. ¿O acaso alguien tiene la certeza, hoy, a partir de los devaneos macristas, de lo que pueda suceder en el Senado de la Nación con el ya mencionado DNU? Todo ello debiendo tenerse presente que para que el mencionado instrumento (creado con la reforma constitucional de 1994) no se aplique, debe ser rechazado por el pleno de ambas cámaras.

Por su parte la reforma de la movilidad jubilatoria, que aparece como la tercera derrota parlamentaria de la semana, también es parte de un reclamo que no es reciente. Cuando el Gobierno actualizó la nueva fórmula (oooootra vez vía DNU) no escuchó el reclamo público que planteaba las diferencias de un 8% sobre el reajuste de comienzos de año.

La contundencia de los números de la Cámara Alta en la votación del día jueves (61 a 8) hizo pensar al conjunto del sistema político que el oficialismo había recibido un golpe de proporciones inéditas y que el aporte de Mauricio Macri, quien había filtrado un diálogo interno vía zoom que afirmaba que el oficialismo los estaba “boludeando” desde hacía ocho meses, había sido determinante para esa circunstancia y para el futuro inmediato.

No faltaron los voceros mediáticos del macrismo, ni buena parte de la dirigencia amarilla que salió a reivindicar la prevalencia del ex presidente en el gran juego de la política argentina, de cómo con un solo movimiento había dado una señal casi definitoria para el mundillo libertario, sin dejar de especular sobre el futuro electoral del hijo de Franco.

Pero todo se deshizo en menos de 24 horas. Con otro movimiento inentendible para muchos, Mauricio lo hizo de nuevo: vía redes salió a respaldar el anunciado veto presidencial a la reforma jubilatoria escudándose en su anti kirchnerismo congénito, a la vez que dejaba en posición adelantada (utilizamos las metáforas futboleras que tanto gustan al personaje en cuestión) a no pocos dirigentes aliados y del mismísimo PRO.

Por estas horas resulta complejo desentrañar los motivos de la jugada del ex presidente. El péndulo decisional ¿es una señal para gravitar y forzar un hipotético acuerdo con el mileismo y así llegar a ocupar cargos de relevancia en el Poder Ejecutivo?, o ¿es una forma de presión para cerrar “negocios” políticos (la circunstancia del nombramiento de Lijo a la Corte Suprema de Justicia de la Nación no puede ser descartada) o empresariales (Hidrovía)? Probablemente, el correr de los días nos alumbre las dudas, pero quedan expuestas dos consecuencias y un par de preguntas del accionar del ex primer mandatario:

·         Rápidamente afectó buena parte del escaso capital político que le quedaba, con una acción muy difícil de defender para los propios.

·         A partir de ello, generó un tembladeral que alcanza a viejos aliados que no están nada felices con la suposición de que Mauricio los haya utilizado por un interés personal de negocios particulares.

·         El apoyo al veto a la reforma de la movilidad jubilatoria, ¿es un placebo para el mileismo a los fines de mostrarse equidistante de ciertas derrotas institucionales que podrían plantearse en el futuro?

·         Si el Congreso quisiera insistir con las dos terceras partes de los votos para romper el inminente veto presidencial, ¿quedará disminuido en los números a partir de lo anunciado en la noche del jueves? Dudas para la almohada y el diván, mis queridos chichipíos.

La crisis mileista no refiere solamente a la derrota que le infringieron los opositores amigables y de los otros. Se sustancia, como dijimos al principio, en que pareciera que nadie hace política (en serio) en el gobierno: Karina Milei aparece más preocupada por el armado nacional de cara al 2025 y por imponer a los más cercanos en todo el organigrama de poder; el Jefe de Gabinete Guillermo Francos, que tanto fue reivindicado por la muñeca política que mostró para la aprobación de la Ley Bases, brilla por su ausencia; Santiago Caputo, contrariado por varias situaciones internas que le restaron poder, viajó al sur para vacacionar en la peor semana del mileismo y, de alguna manera, los aliados de a poco comienzan a descubrir que no cuentan con interlocutores de peso para llevar adelante la gestión.

Con lo anterior, vaya de ejemplo lo padecido por el ministro santafesino Lisandro Enrico (Obras Públicas) que hasta hace unas pocas semanas, reivindicaba un acuerdo con autoridades nacionales en lo referente a obras de infraestructura, que hasta ahora no se ha cumplido, que nadie le atiende el teléfono, dejando saber a los voceros mediáticos santafesinos, siempre atentos a ciertas preocupaciones de los oficialismos vernáculos, que el pobre funcionario debió viajar nueves veces a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sin éxito alguno. Cosas que pasan.

De a poco, las redes ya no parecen alcanzar. Comienzan a surgir estudios donde la incidencia de los trolls ya no es lo que era porque, parece, que malaria mata relato. Vaya novedad.

También de a poco, el oficialismo comienza a perder inmunidad en su escudo protector. Algunas balas comienzan a entrar y lo mostrado en la tardecita rosarina del viernes resulta un claro ejemplo de un gobierno que se habla a sí mismo: invitado para la celebración de una entidad que se vincula con la producción primaria, con la presencia de múltiples actores institucionales, gobernador e intendente incluidos, empresarios y supuestos inversores, el primer mandatario destinó todo su tiempo de alocución a hablar de la reforma jubilatoria, no quiso escuchar los discursos del anfitrión Miguel Simioni, de Pablo Javkin y de Maximiliano Pullaro (no llegó tarde, estaba en el edificio), no se vinculó con los escasos partidarios que fueron a “bancarlo” y forzó un operativo de seguridad que denuda una enorme debilidad a la hora del face to face con la población.

“Los ojos ciegos bien abiertos” se canta en el pogo más grande del mundo y aunque todo parece indicar que para la deriva falta bastante, el deterioro económico de la mayoría de la población, la terquedad oficialista, las remanidas apelaciones  a la casta como forma de legitimación política y cierto aislamiento cada vez más evidente, demuestran que agosto de 2024 poco tiene que ver con diciembre de 2023. Los días de furia así lo demuestran. Con denuncias de violencia de género entre diputados y diputadas libertarios incluidos.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

Inicia sesión para enviar comentarios