En esto días el gobierno argentino pareció avanzar algunos pasos en lo que hace tiempo que viene buscando: darle un final al capítulo, todavía abierto, de la salida de la convertibilidad. En octubre del año pasado se regularizó la situación en el CIADI con cinco empresas norteamericanas que eran la excusa perfecta para Estados Unidos para marginar a la Argentina en cualquier posible acuerdo financiero con algún organismo internacional. A esto, se suma el intento de lograr un acuerdo definitivo con el Club de París que motivó un viaje del Ministro de Economía a dicha ciudad. Ambas cuestiones son de una relevancia mayúscula para volver a foja cero con la cuestión de la deuda.
Un posible endeudamiento externo no puede ir a parar a la fuga de capitales como en los 90 y (...) la autonomía de los organismos internacionales lograda no puede ponerse en tela de juicio
Al mismo tiempo, la importancia de no abrir un nuevo frente mientras se cierran los ya mencionados es crucial para lograr los objetivos del gobierno. En este sentido, la posible normalización de la situación con REPSOL mediante la indemnización, próxima a aprobarse en la Cámara de Diputados, implicaría un problema menos para las autoridades argentinas ya que la empresa española se comprometió a retirar sus demandas ante el CIADI y a no iniciar acciones legales futuras.
Mientras el panorama empieza a despejarse, YPF consigue fondos por u$s 1.000 millones en el mercado y se empieza a especular con que el gobierno utilizaría parte de los u$s 3.000 millones de la línea de crédito que posee con el Banco Mundial, cuya apertura fue consecuencia del recién mencionado acuerdo con las cinco empresas de Estados Unidos. Otro rumor en danza es la llegada de un crédito de Goldman Sachs que vendría de la mano de un posible acuerdo con los fondos buitres, el último peldaño hacia la salida del default.
La intención de llegar a buen puerto con el CIADI, los fondos buitres, REPSOL y el Club de París pueden ser pensados de esta forma: el gobierno interpreta que las causas que llevaron a la devaluación del peso en enero son de carácter netamente financiero. Es decir, se rechaza de plano aquella explicación que sostiene que la economía argentina había perdido competitividad a causa de la apreciación del peso y que una desvalorización de la moneda pueda recomponer la balanza de pagos vía aumento de las exportaciones.
Hoy las directivas que cumple el ministro Kicillof son claras: el frente exterior debe estar ordenado.
Entonces, ¿el nuevo escenario de la Argentina ante el sistema financiero internacional es una cuestión meramente coyuntural? Definitivamente no. El gobierno parece haber tomado plena consciencia de que un cimbronazo como el de enero puede poner en riesgo algunas de las conquistas de la última década. Tasas de interés reales negativas que impulsen el crecimiento industrial, la visión de que la competitividad de la economía solo puede incrementarse en un contexto de pleno empleo o incluso la propia distribución del ingreso se intentaron poner en juego mediante la corrida cambiaria.
Hoy las directivas que cumple el ministro Kicillof son claras: el frente exterior debe estar ordenado. Así, podrá reducirse al mínimo cualquier intento de corrida financiera en el corto plazo y evitar que el sector externo actúe como obstáculo al crecimiento futuro basado en factores estructurales de la economía como lo son una mano de obra capacitada a precios relativamente menores que los del mundo desarrollado, un mercado de consumo en constante crecimiento de la mano de un mejor salario real o el potencial energético que brinda Vaca Muerta.
A su vez, esto debe lograrse sabiendo que un posible endeudamiento externo no puede ir a parar a la fuga de capitales como en los 90 y teniendo claro que la autonomía de los organismos internacionales lograda no puede ponerse en tela de juicio. Estas cosas el gobierno parece tenerlas claras. La venta irrestricta de divisas no es compatible con un endeudamiento internacional de YPF destinado a financiar sus inversiones y que el FMI colabore en la elaboración de un índice de precios no es lo mismo a que audite las cuentas públicas.
Así de claro está también el hecho de que pueden utilizarse diferentes herramientas para dar respuesta a distintas situaciones, pero el modelo de crecimiento con inclusión social no se discute.
(*) Investigador de la Fundación para la Integración Federal