Jueves, 03 Diciembre 2015 14:38

El África del Papa Francisco

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Visita del Papa Francisco a Uganda Visita del Papa Francisco a Uganda Getty

La reciente gira de seis días del Papa Francisco por Kenia, Uganda y República Centroafricana puso el foco de los medios de comunicación en esta región como una zona conflictiva y violenta. No obstante, poco se sabe sobre los conflictos que atraviesan a estos países. A continuación, las claves para comprender la realidad africana con la cual se comprometió el Papa argentino. 

El mensaje de paz y reconciliación que Francisco desplegó en cada homilía y reunión en su visita a África se enmarca en un contexto subregional agitado por enfrentamientos complejos atravesados por cuestiones étnicas y religiosas, por disputas por el control del territorio y los recursos naturales y, como fenómeno contemporáneo, por la expansión del terrorismo.

De los países que visitó el Papa Francisco, particularmente la violencia ha sido intensa en República Centroafricana. Allí, a lo largo de 2014 y 2015, los enfrentamientos acaecidos respondieron a la clasificación de conflictos que asumen las características propias de una guerra, de acuerdo al barómetro del Instituto Heidelberg para la Investigación de Conflictos Internacionales.

El origen de la actual conflictividad se remite a 2012, cuando el país, de mayoría cristiana, fue sacudido por ataques del grupo Séléka, principalmente musulmanes, que ocuparon la capital, Bangui, y determinaron la salida del país del presidente François Bozizé. En 2013, tras la firma de un acuerdo de paz, se estableció un gobierno de transición, pero el conflicto recrudeció ante el accionar del movimiento cristiano Anti-Balaka (antimachetes), lo cual generó el resurgimiento de los choques violentos.

Ante la virulenta situación, en diciembre de 2013 Francia envió tropas y se desplegó una operación de mantenimiento de la paz multidimensional de Naciones Unidas (MINUSCA), la cual tiene como mandato la protección de la población civil. En una espiral de violencia y represalias que aún conlleva el riesgo de producir una escisión religiosa y étnica del país, el próximo 13 de diciembre tendrán lugar elecciones nacionales para conformar un nuevo gobierno.

En el caso de Kenia, la amenaza principal proviene de la vecina Somalia. Allí, en los años noventa, miembros de distintas organizaciones islámicas provenientes de Medio Oriente conformaron el grupo Al-Shabaab. Este grupo se caracteriza por un irredentismo religioso que procura la unión de los somalíes del este de África (presentes en Etiopía, Yibuti y Kenia) bajo un mismo Califato islamista. Al-Shabaab controla varias áreas de Somalia, donde aplica la Sharia -la ley islámica- y desde allí lanza ataques contra países vecinos que han estado involucrados en los intentos de recobrar el poder para el gobierno nacional central, en particular Tanzania, Etiopía y Kenia.

El gobierno de Kenia mantiene tropas en Somalia desde 2011 con el fin de combatir a este grupo extremista que está vinculado Al-Qaeda. Como consecuencia, Kenia ha sufrido numerosos ataques terroristas. Los casos más resonantes fueron el atentado al shopping Westgate de Nairobi en 2013 y a la universidad de Garissa, en abril pasado. Allí, al poco tiempo de que se hiciera pública la toma de rehenes que terminó con la vida de más de 145 personas, uno de los portavoces de Al Shababb reivindicó el ataque y amenazó con extender la lucha a otras ciudades de Kenia en tanto se mantenga la presencia militar keniana en Somalia.

Cada día, situaciones de pobreza y violencia enfrentan a miles de africanos a elegir entre lo que parecen ser caminos sin salida: migrar o sumarse a bandas criminales que ofrecen posibilidades de subsistencia. Allí radica el valor más que simbólico de la gira africana de Francisco. Su discurso pacifista no sólo estuvo centrado en los enfrentamientos a causa de los extremismos religiosos, sino que también abogó por la lucha contra la miseria como causa de la violencia

Pero Kenia es más que la imagen de los ataques terroristas. Es uno de los países prósperos de la región con estabilidad democrática. Con 44 millones de habitantes, la mayoría cristiana, su economía ha crecido a tasas promedio del 6% en la última década en base a reformas institucionales, el crecimiento de las inversiones externas y el aumento del consumo doméstico.

Por último, cabe señalar que Uganda es un país sin conflictos violentos domésticos, donde las elecciones multipartidarias se llevan adelante desde 2006. Con 37.6 millones de habitantes, este país ha consolidado su crecimiento económico con tasas promedio del 5% en los últimos años, basado en la inversión pública, la demanda interna y un crecimiento de la agricultura, el sector más importante del país. De hecho, el país ha avanzado en la lucha contra la pobreza, que ha caído a menos del 20% en los últimos años.

En una región volátil, Uganda juega un rol central en la recepción de refugiados, lo cual valió el reconocimiento del Papa en su visita: "Aquí en el Este de África, Uganda ha demostrado extraordinaria preocupación para recibir a refugiados, permitiéndoles reconstruir sus vidas con seguridad y con un sentido de dignidad". De acuerdo con ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, el país recibió a más de medio millón de refugiados en los últimos años, provenientes principalmente de República Democrática del Congo y de Sudán del Sur y se encuentra entre los 10 mayores receptores de refugiados.

Cada día, situaciones de pobreza y violencia enfrentan a miles de africanos a elegir entre lo que parecen ser caminos sin salida: migrar en condiciones paupérrimas o sumarse a milicias, grupos terroristas y bandas criminales que ofrecen posibilidades de subsistencia, al menos en el corto plazo. Allí radica el valor más que simbólico de la gira africana de Francisco. Su discurso pacifista no sólo estuvo centrado en los enfrentamientos a causa de los extremismos religiosos, sino que también abogó por la lucha contra la miseria como causa de la violencia: "La experiencia nos demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo se alimentan del miedo, la desconfianza y la desesperación, que tienen su origen en la pobreza y la frustración".

Pero a pesar de la pesada herencia colonial y el subdesarrollo, a partir del nuevo siglo han disminuido los puntos conflictivos, han finalizado largas guerras civiles y la mayor parte de la región se ha recuperado económicamente, cayendo la pobreza extrema del 59 al 47%. De allí que África también sea calificada como el “continente de la esperanza”. 

 

(*) Investigadora de la Fundación para la Integración Federal

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