En un intento por obtener fondos nacionales para obras que, implícitamente, les fueron negados con la posibilidad del endeudamiento, la jefa del Poder Ejecutivo local partió hacia Buenos Aires con la esperanza de traer buenas nuevas a las alicaídas finanzas rosarinas que sólo sustentan obras de infraestructura con un escaso 5% de su presupuesto. El resto de las obras posibles dependen de los aportes provinciales y/o nacionales. Según dio a conocer Mónica Fein, no menor fue su sorpresa cuando a la hora de la charla política, el ministro Rogelio Frigerio puso sobre la mesa de trabajo la realidad económica financiera de la otrora segunda ciudad del país, como condicionante a cualquier tipo de ayuda. No conforme con ello, alguien deslizó por allí (sin que fuera del todo desmentido ni confirmado) que una de las áreas bajo cuestionamiento era la siempre ponderada (y no menos marketinera) área de salud, emblema si los hay de las gestiones socialistas de las últimas décadas. Ante esto corresponde realizar algunos señalamientos que separen la paja del trigo.
Lo primero por decir es que no hay referencias claras que Frigerio haya dicho lo que dijo y cómo lo dijo. Su silencio posterior y las interpretaciones que hicieron sus copartidarios rosarinos que NO participaron de la reunión, hablan a las claras de interpretaciones forzadas antes que certezas concretas de discusión. Es real que el gobierno nacional viene promoviendo ajustes en cuentas provinciales que piden su socorro y que no les resultan afines a su sentir ideológico partidario (Santa Cruz), pero no menos real es que esas discusiones se han dado a la luz pública, planteando a través de sus funcionarios y medios afines, la necesidad de corregir esos supuestos desajustes de las administraciones cuestionadas, cuestión que no ha aparecido en el caso que nos ocupa.
Por otro lado, digamos que resulta legítimo preguntarse a esta altura a quién le resulta funcional y ganancioso batir el parche de la victimización, polarizando (ooootra vez) con un poder central que impediría el natural desarrollo y potencial rosarino. Indudablemente que al oficialismo local la estrategia le viene como anillo al dedo, básicamente, porque no habiendo resuelto problemas ya históricos (la basura en los barrios sigue siendo un problema sin solución, el transporte público sigue funcionando con parches, el tránsito en algunas zonas ha empeorado antes que mejorado con el ya famoso Plan de Movilidad, el déficit crónico de Rosario ya es parte de nuestro ADN, etc.), plantear que el problema son los “otros”, quienes aplastan el desarrollo de la ciudad sin fundador, es una estrategia que no por vieja (y eficaz en algún tiempo), deja de ser tentadora en su reutilización.
Pero hay más. Por un doble motivo, también al PRO local le sirve esa polarización. Por un lado, porque la discusión sobre la permanente necesidad de achique del Estado es algo que seduce a los neoliberales de cualquier parte del mundo. Por más que la gestión local haya cometido innumerables errores de gestión, el desarrollo de algunas políticas de fuerte vinculación público – privado, es algo que aborrecen los amarillos locales (y no nos referimos a los colectivos de Bermúdez). Por otro lado, la confrontación no hace más que darle aire a un sector político que viene muy apaleado con discusiones internas que reflejan cuanto de argumento pueril tiene esto de trabajar un día por los argentinos, otro por los santafesinos y después sólo por los rosarinos. Lo que resulta seductor en verdad, es la posibilidad concreta de obtener aire político de parte de un grupo que está partido entre los intereses de los que se fueron a Buenos Aires y los que se fueron a Santa Fe, respondiendo a diferentes referentes nacionales, y que ha sido lo suficientemente inteligente para que esa “interna permanente” no salga a la luz pública.
Pero en definitiva la discusión pública a la que asistimos el conjunto de los rosarinos la semana pasada termina siendo FALSA. Y también por partida doble. En primer término porque nadie salió a reivindicar que los dichos de Frigerio fueron dichos en los términos que la intendenta y sus funcionarios salieron a comentar y responder. Y además, huelga decir que en cualquier elección, sea para cargos ejecutivos o de medio término como las que se avecinan en el país, nada impide que se discuta los modelos de gestión, sean exitosos o no. Sean pura hojarasca o no. Vale recordar que en esta ciudad, nuestra ciudad, esa que dice sentirse orgullosa de su política sanitaria, en algún tiempo se cerraron los centros de atención primaria de la salud en horario nocturno, en los barrios más alejados del centro de la “Barcelona argentina”, limitando el derecho de los que menos tienen y que el ya famoso Plan Abre vino a solucionar desde la gestión provincial lo que en Rosario no se pudo, no se supo o no se quiso hacer. Sería bueno no olvidarlo.
(*) Analista político de Fundamentar.com