Lunes, 31 Agosto 2015 16:02

Estornudo Chino

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La semana pasada comenzó con una estrepitosa caída de la bolsa de Shanghai que no tardó en trasladarse al resto de las bolsas del mundo ante el miedo de desplomes y estallido de la burbuja China. El declive comenzó el viernes anterior en Occidente, tras conocerse indicadores negativos de la industria china, que creció menos de lo esperado. En el segundo trimestre del año creció a un ritmo del 7%, el más lento desde 2009.

Entre lunes y martes Shanghai cayó un 15%. Esta caída fue acompañada por el resto de las plazas financieras. Sólo el lunes en el Viejo Continente y en Wall Street las caídas fueron las más acentuadas desde la bancarrota de Lehman Brothers en 2008: Atenas se hundió 10,5 %, seguida por Milán (-6), París (-5,2), Madrid (-5), Londres (-4,7) y Francfort (-4,7). En Wall Street, el índice industrial Dow Jones finalizó con un retroceso de 3,6 por ciento.

Los analistas estiman que se esfumaron en las últimas semanas 5 billones (millones de millones) de dólares en capitalización bursátil de las compañías en todo el mundo. Un tercio del PBI estadounidense. Equivalentes también a diez veces el tamaño de la economía griega.

Previamente a la caída sostenida que inició a mediados de junio el mercado de Shanghai, había acumulado una ganancia de 150 % en casi un año, favorecida por el endeudamiento de inversores institucionales, alejándose del desempeño de la economía real china.

La devaluación del yuan que aplicó el 11 de agosto fue interpretada por algunos analistas como un intento para impulsar sus exportaciones, aunque también se vinculó con la necesidad de dar un guiño de flexibilidad cambiaria al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que la moneda del gigante asiático pueda ser considerada una unidad de reserva. Sin importar el verdadero motivo, el primer ajuste del tipo de cambio del yuan desde 1994 intensificó la baja de las cotizaciones del mercado chino.

Con el objetivo de dar tranquilidad a los mercados, el gobierno chino autorizó al fondo de pensiones estatal a invertir hasta un 30 % de sus activos netos en acciones en las Bolsas para frenar el desplome.

La continuidad de la caída de la actividad de la principal economía asiática y un posible aumento de tasas por parte de la FED podría generar una guerra de monedas. Pero algunos analistas descuentan un cambio de política de la FED ante la nueva coyuntura y esperan que recién en marzo y no en septiembre se de un aumento.

Con el objetivo de dar tranquilidad a los mercados, el gobierno chino autorizó al fondo de pensiones estatal a invertir hasta un 30 % de sus activos netos en acciones en las Bolsas para frenar el desplome. Con anterioridad, sólo podía invertir en bonos del Tesoro y depósitos bancarios.

El efecto se hizo sentir también en el petróleo, las divisas y materias primas como hierro, cobre o manganeso para la producción de acero.

La Bolsa china acumula una bajada superior al 30% desde las fuertes correcciones de julio y se sitúa en mínimos de los últimos cinco meses. Y las autoridades no están consiguiendo transmitir a los inversores un mensaje de estabilidad.

Por la actual coyuntura y por el comportamiento que viene mostrando el FMI calcula para este año un crecimiento del 6,8% para la segunda economía del mundo cuando años atrás era por encima del 10%.

Además de ser la fábrica del mundo, el papel de China como motor de crecimiento económico global incluye también el de ser el principal consumidor mundial de categorías como teléfonos móviles, vehículos o artículos de lujo. Su contribución al PIB mundial fue del 16,5% en 2014. Y a nadie se le oculta el potencial de un país poblado con 1.400 millones de habitantes y una creciente clase media en ámbitos de gran consumo como el turismo o la moda. Por dicha razón ese mismo potencial supone riesgos.

¿QUÉ PASÓ CON LA BOLSA DE SHANGHAI?

Parte del problema es que en China, a diferencia de lo que sucede en Europa y Estados Unidos, el 80% de los inversionistas son individuos. Y muchos de ellos son nuevos e inexpertos, por lo que a menudo se dejan guiar por caprichos y rumores. Se estima que en la bolsa invierten más de 90 millones de chinos. Eso hace al mercado particularmente susceptible a rápidos cambios provocados por el denominado comportamiento de rebaño.

Según la agencia Bloomberg, entre junio de 2014 y mayo de 2015 se abrieron más de 40 millones de cuentas en el mercado de valores de China. La mayoría de los inversores pertenecían a la clase media y abarcaban desde taxistas y estudiantes de universidad, hasta campesinos que vendieron sus tierras para poder comprar acciones. De acuerdo con una encuesta realizada el año pasado por el Centro de Investigación sobre Finanzas Domésticas en China en más de 4.000 hogares, muchos de los nuevos inversores ni siquiera habían terminado de cursar el bachillerato.

Después de haber hecho subir los precios de las acciones en China de forma sostenida por más de un año, el 12 de junio el rebaño decidió repentinamente dar la vuelta ante el miedo del impacto de la crisis griega.

Según Capital Economics, una de las principales compañías de investigación macroeconómica en el mundo, sólo 1,5% de las acciones chinas se encuentran en manos extranjeras.

Y, precisamente, después de haber hecho subir los precios de las acciones en China de forma sostenida por más de un año, el 12 de junio el rebaño decidió repentinamente dar la vuelta ante el miedo del impacto de la crisis griega. Tres semanas después, el valor del mercado se había reducido en un tercio, provocando una pérdida de US$3,2 billones.

Parte del problema es que, para el Partido Comunista chino, una pujante bolsa de valores era un componente clave para la transición hacia una sociedad de consumo. El creciente número de accionistas servía tanto para recapitalizar a las compañías locales como para hacer que cada vez más chinos se sintieran más ricos. Pero ahora las autoridades se ven enfrentadas a la tenebrosa posibilidad de que el mercado tenga el efecto contrario. Y, con sus ahorros evaporándose rápidamente, millones de pequeños inversionistas podrían empezar a apretarse el cinturón. Algo que podría tener un impacto negativo tanto para la economía china como para el resto del mundo.

Las consecuencias no serán tan graves gracias a que los precios en las acciones aún se encuentran en un punto muy superior con respecto al año pasado [más de 80%] y el gobierno chino tiene un arsenal de recursos para apoyar la economía nacional.

Cuando se vio que la burbuja estaba por estallar, el gobierno del primer ministro Xi Jinping lanzó una campaña o "lucha patriótica", no sólo para detener la caída de las acciones y aliviar el pánico en el mercado, sino para devolverles la confianza a los inversores. 

 

(*) Licenciado en economía de la Fundación para la Integración Federal

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