Las estadísticas de la Agencia Provincial de Seguridad Vial revelaron datos alarmantes sobre la cantidad de accidentes con víctimas fatales que se registran en Santa Fe. Ante la gravedad de este asunto, el Senador Provincial Miguel Cappiello presentó ante la Legislatura Santafesina un Proyecto de Ley con el objetivo de reducir a cero el nivel permitido de alcohol para los conductores. Actualmente el máximo permitido es de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre para conductores de autos y 0,2 en motociclistas, mientras que para choferes profesionales es estrictamente de cero.
Para Mónica Gangemi, fundadora de la ONG Compromiso Vial, la cuestión principal consiste en generar una normativa precisa que no se preste a ambigüedades y a dificultades de interpretación. A propósito comentó que “para disociar el alcohol de la conducción necesitamos tener una norma clara y precisa y que ella sea el Alcohol Cero porque todas las demás son medidas de alguna manera especulativas”. Añadió además, que esto sería de gran utilidad para sentar una referencia común ya que las personas no pueden tener registro de cuánto les afecta el consumo de alcohol y propone la consigna “El que conduce no bebe”.
Claramente, una propuesta de este tipo encuentra múltiples oposiciones, y Gangemi apuntó a los lobbies y las corporaciones relacionadas con la fabricación de bebidas alcohólicas, con la nocturnidad y con grandes estudios de abogados. No se trata simplemente de una cuestión de seguridad vial, detrás de ella se esconden por una parte, intereses económicos, y por otra, un vínculo indisociable con la salud que necesariamente debe ser atendido como parte integral de la solución que se está buscando.
De la misma opinión es el Concejal Sebastián Chale quien ha trabajado con diferentes ONG que propician la iniciativa del Alcohol Cero. Como Gangemi, destacó el hecho de que diferentes países de la región, como Brasil, Uruguay y Chile y también, a nivel nacional, provincias como Salta y Córdoba, tienden a reducir la tolerancia del consumo de alcohol al mínimo posible para los conductores y en función de ello se basa en el hecho de que en estos casos se registra una reducción de la cantidad de víctimas fatales y de siniestros. Por otra parte, Chale advirtió que en realidad el Alcohol Cero sí existe y efectivamente está en marcha para conductores profesionales, por lo tanto, hay antecedentes como para avanzar por este camino y opinó que “está en la política pública y en la legislación la capacidad de poder prevenir”.
Una de las voces que se posicionan en contra de esta iniciativa es la del especialista en Seguridad Vial, Osvaldo Aymo. Su principal argumento consiste la ineficacia de las medidas que apuntan a reducir el consumo de alcohol y se basa en las experiencias negativas de países como Rumania, República Checa y Hungría. Opinó acerca de este asunto que “propugnar tolerancia nula transmite un mensaje útil pero en la práctica los límites de alcoholemia en el orden del 0.0 pueden resultar difíciles de determinar”.
Aymo hizo énfasis en la dificultad práctica que acarrea la aplicación de la ley por la falta de controles en la provincial e incluso por la carencia del material necesario para hacerlos efectivos, de hecho comentó que el número de alcoholímetros está muy por debajo de los que realmente se necesitan. De manera crítica, expresó que “los controles en la Provincia de Santa Fe son un verso”.
Una de las cuestiones que generó mayor polémica fue la relativa a las estadísticas. Ya sea por la falta de fiabilidad en las mismas o por la carencia de ciertos datos, los entrevistados se mostraron preocupados por este aspecto.
El Concejal Oslavo Miatello, por su parte, expresó que “me parece razonable avanzar hacia una alternativa de Alcohol Cero”. Advirtió, además, la necesidad de encontrar un consenso amplio para que esta ley pueda hacerse efectiva y reconoció la complejidad del asunto y el fundamento de las distintas objeciones que se le presentan. Propuso como una posible solución intermedia, además de seguir la tendencia hacia el Alcohol Cero, por ejemplo, endurecer la norma para los casos de consumos muy elevados que son precisamente los que generan más accidentes.
Miatello comparó esta problemática con la prohibición de fumar y argumentó que “hay un exceso de prohibicionismo, funciona en la medida en la que la sociedad lo toma”. Opinó que para que una ley de estas características pueda ser efectiva debe contar no sólo con un amplio consenso político sino con el apoyo de la sociedad.
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Abbondanzieri